Buenos dias

Seis días a la semana. 8.30 de la mañana, suena el despertador.

Con el cabello alborotado y los ojos pequeños, me levanto de la cama. Voy arrastrando los pies mientras un gato se escurre entre mis piernas. Me pongo una bata y enciendo el baño. Incondicionalmente desde hace 8 años, voy buscando excusas para no ir a trabajar, pero no encuentro ninguna lo suficientemente creíble.

Desayuno mientras veo televisión. Las sobras de la comida ¿de que día? ¿importa? Debo apurarme porque se me va a hacer tarde. ¡Maldita gastritis!. Apenas termino de desayunar y el estómago clama piedad y maldiciones al mismo tiempo.

Ducharme es todo un ritual. Toalla para el cabello y toalla para el cuerpo. Primero el cabello, suavemente. Últimamente se me ha caído mucho, estoy todo el tiempo estresada. El cuerpo, ¡uy! qué bien se siente el agua tibia. Ese jabón huele muy bien, pero me siento hasta mal usándolos, costaron tanto. Cepillo anticelulitis, la piel arde bajo el agua caliente y el frote de las cerdas de ese cepillo en el que confío mi suerte. Depilación, que todo quede perfecto. ¡Ay!, ¡mi cara! ¡exfoliantes! ¡Arde!

Por fin afuera, todavía no sé que ropa ponerme. Ya solo tengo media hora. Y me falta tanto. Super kit para después del baño: crema para peinar, crema corporal con nosequemadresdemaple, desodorante, crema para humectar los pies, crema para humectar las manos, loción astringente, crema con protector solar, crema para el contorno de los ojos, crema para las asperezas del alma enriquecida con aceite para el corazón y vitamina E.

Maquillaje: Liquid makeup, lápiz de cejas, sombra de ojos, delineador de ojos, rimel y rizador, polvo compacto, gloss. Todo en menos de 5 min, el reloj avanza y yo no. No quiero tomar taxi.

Ropa. ¿Bragas pequeñas? no le veo el caso, hace tiempo que nadie me las ve y así como estoy, hasta pena me daría ahora enseñarlas. Bra a juego con las bragas. Primer vistazo en el espejo, odio mi cuerpo. Jeans, blusa. Segundo vistazo al espejo, que horrible me veo. Stop. 

¡Apúrate que es tarde!.

Bueno, no me veo tan mal. Podría estar peor. 

Zapatos, ¡uy! arriba del suelo una vez más. ¡Esos negros no! ayer casi asesinan mis pies. Yo tengo la culpa por estar chaparra. Ni modo. ¡Maldita sea, me lastiman!. Un curita en el dedo para que no molesten tanto. Tercer vistazo en el espejo, pues ya que, estoy fea pero con tacones como que cambia un poco el aspecto.

Bolso. Tiene que combinar: Fendi, Dolce, Lacoste, Vuitton. Busco entre mas de 50, ¿cuál elijo? ¡ya! la de siempre, no tengo tiempo para estar decidiendo.

Atravieso mis lóbulos con un metal que cuelga graciosamente sobre mis orejas. Ajusto el reloj a mi muñeca, lo acompañan dos pulseras de plata que siempre llevo conmigo. Dos anillos se acomodan en mis dedos, mientras acomodo mi cabello de la forma menos desastrosa que se me ocurre.

Los lentes para el sol son colocados sobre mi cabeza.

Perfume. Una decisión importante ¿de qué humor estoy hoy? no muy feliz. Tommy, Polo, Benetton, Herrera, Swiss Army, Moschino. El que esté más cerca. ¡listo!

Voy a tiempo, jodida sea mi maldita suerte, me falta lavarme los dientes. Esta omisión amenaza con tirar el maquillaje. Lloro para mis adentros. Cepillo, pasta, rápido, no tengo tiempo, me apresuro y hoy mas que nunca le resto importancia a la higiene bucal. Pongo gloss sobre mis labios mientras observo el desastre en el que están convertidos y pienso que tendré que comprar ese humectador que vi la semana pasada.

Dejo mi habitación que es un tributo a la mercadotecnia. Podría considerarla un estante de súper mercado. Tomo las llaves, el celular, me despido.

Trato de caminar de prisa pero tengo miedo de caer. La bolsa me estorba y poco a poco va bajando por mi hombro. Por la calle la misma gente de todos los días. Voy regando de buenos días mi camino ante rostros conocidos. Espero el autobús mientras reviso los mensajes pendientes de mi celular.

Me pregunto si será mañana el día. No sé que día, no se para que llegaría el día, no sé si quiero que llegue ese día. No lo sé. Pero recuerdo que me urge el humectante labial mientras hago cuentas mentales de mi presupuesto y me aviento a un montón de desconocidos para entrar al mismo autobús todos los días.

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