Cumbres Borrascosas


  • "Si perecieran todas las demás cosas pero 
    quedara él, podría seguir viviendo. Si, en cambio, 
    todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, 
    el mundo se me volvería totalmente extraño 
    y no me parecería formar parte de él".




Considerado todo un clásico de la literatura universal, Cumbres Borrascosas es una novela dramática ambientada en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Pese a ser considerada un clásico, en su tiempo la novela no fue recibida con tanto entusiasmo, el desarrollo de la misma fue tomado por los críticos de la época como un trabajo tibio e incluso se pensé que era un trabajo de Charlotte Brontë, hermana de la escritora, posiblemente realizado antes de sus obras más conocidas. 

La novela se desarrolla en los páramos de Yorkshire, a mi parecer se podría considerar una novela de tipo gótico (a mi apreciación) por la presencia de nubarrones, neblina, tormentas , fantasmas, amores tortuosos y cierta tristeza en cada uno de los personajes. Narra la historia de dos protagonistas, madre e hija, ambas llamadas Catalina. La historia empieza con la repentina llegada de un niño a la mansión "Cumbres Borrascosas". A partir de este suceso empieza una relación malograda entre Catalina Earnshaw y el recién llegado Heathcliff. Es este amor el que marca por completo el rumbo de todos los personajes. A la muerte de los padres de Catalina, protectores de Heathcliff la mansión pasa a manos del hermano de Catalina y reduce a Heathcliff a un papel de servidumbre, imposibilitando cualquier oportunidad de estar junto a Cathy.

Ella conoce a Linton, joven vecino de una lujosa propiedad a unos cuantos kilómetros de su casa, accede a casarse con él porque sabe que no se puede casar con el hombre que ama, la diferencia de estrato hace imposible la unión entre ella y Heathcliff. Una noche cuando cuenta los planes de boda, Heathcliff la escucha y huye de la propiedad y no vuelven a saber de él en mucho tiempo. 

Durante la ausencia de Heathcliff, Catalina se casa con Linton y deja la casa familiar, mudándose a la residencia del esposo, en la que vive junto con su cuñada y él. Transcurre un tiempo y un buen día regresa Heathcliff, instalándose en Cumbres Borrascosas, dónde el hermano de Catalina mal lleva la propiedad por problemas de alcohol y juego. Nadie sabe como, el recién llegado parece tener una fortuna considerable, paga el alquiler de una habitación y presta dinero continuamente al propietario.  

Catalina está embarazada, las visitas de Heathcliff se vuelven constantes en casa de ella, esto no le agrada a su esposo que no puede comprender la relación tortuosa que profesan. A espaldas de ellos Heathcliff enamora a la hermana de Linton, huyen y se casan, tiene un hijo con ella, un niño enfermizo. Heathcliff y Linton pelean ante los ojos de Caty que cae seriamente enferma y muere al dar a luz a una hermosa niña. Catalina Linton. 

Desde el momento de su muerte, Heathcliff es perseguido por el fantasma de Catalina.

Hindley, hermano de Catalina, convertido en un borracho y jugador empedernido, se ve obligado a vender Cumbres Borrascosas a Heathcliff. Finalmente muere, y Heathcliff se queda con la casa y con el hijo de Hindley, Hareton, al que mantiene analfabeto y salvaje, vengándose así de su padre. Isabella, la hermana de Linton y esposa de Heathcliff huye de Cumbres Borrascosas y se consagra al cuidado de su hijo al que llama Linton. Finalmente, muere, y Linton vuelve con Heathcliff, que lo desprecia, pues es un niño enfermizo que no se parece en nada a él.
Pasan dieciséis años, la pequeña Caty Linton, acude a visitar a su primo Linton a Cumbres, ella desconoce la historia de sus padres y el padre de Linton. Heathcliff orquesta un romance entre los dos primos y logra que se casen, de modo que cuando el padre de ella muere poco después, Heathcliff hereda la Granja de los Tordos, apoderándose así del patrimonio de las dos familias que tanto lo despreciaron. Heathcliff muere, convencido de que el fantasma de su amada Catherine ha venido a buscarlo. A pesar de lo mucho que lo maltrató, Hareton llora por Heathcliff, que ha sido lo más parecido a un padre que ha conocido. Catalina, que al principio despreciaba a Hareton, pasó a compadecerse de la ignorancia del muchacho y le enseñó en secreto a leer. Su relación da un giro feliz: al final, deciden casarse, dando así un final feliz a la historia de odios y desencuentros de sus familias.

Nuevamente tenemos un personaje femenino fuerte, el carácter obstinado de la protagonista es el que detona mucho de la historia, en algún momento de la trama el padre de Catalina le dice que él y su madre nunca podrán felicitarse por traerla al mundo, tiene un carácter rebelde, es burlona y se ríe de los demás. Aún así es uno de los personajes literarios mas reconocidos en el mundo. Probablemente Emily Bronté dio un personaje adelantado a su época, capaz de desafiar a hombres y mujeres en pro de su felicidad. 


Frases: 


  • –Pues amo el suelo que pisa y el aire que respira y todo lo que toca y lo que dice. Me gusta su forma de mirar y de comportarse, me gusta todo él de arriba abajo. ¡Ya está!
  • Lo único que iba a decirte es que el cielo no me parecía mi casa. Se me partía el alma de puro llorar porque quería volverme a la tierra, y los ángeles se enfadaron tanto que me echaron y fui a caer en pleno páramo, en lo más alto de Cumbres Borrascosas. Y me desperté allí llorando de alegría.
  • Así que nunca sabrá cuánto le amo. Y no por guapo, Nelly, sino porque es más que yo misma. Sea cual fuere la sustancia de que están hechas las almas, la suya y la mía son idénticas, y la de Linton es tan diferente de ellas como puede serlo un rayo de luna de un relámpago o la escarcha del fuego.
  • Mi amor por Linton es como el follaje de un bosque, y estoy completamente segura de que cambiará con el tiempo, de la misma manera que el invierno transforma los árboles. Pero mi amor por Heathcliff se parece al cimiento eterno y subterráneo de las rocas; una fuente de alegría bien poco apreciable, pero no se puede pasar sin ella.
  • El regreso de la luz del sol hallaba en él una respuesta igualmente luminosa.
  • –¡Mañana me parecerá que ha sido un sueño! –exclamaba–. No me podré creer que mis ojos te han visto, que te he tocado, que he vuelto a hablar contigo.
  • He luchado duro contra la vida desde que oí tu voz por última vez. Y tienes que perdonarme porque solamente luchaba por ti.
  • El tirano oprime a sus siervos y ellos nunca se revuelven contra él, lo que hacen es machacar a los que tienen debajo.
  • Podrás hacerte dueño de todo lo que tocas, pero mi alma estará en lo alto de aquella colina antes de que me vuelvas a poner la mano encima.
  • –¡Son las primeras flores de las Cumbres! –exclamó–. Me recuerdan las brisas templadas del deshielo, los cálidos rayos de sol y la nieve a punto de fundirse.
  • Toda reliquia de una persona muerta, si la quisimos en vida, resulta algo valioso.
  • En dos palabras se resumiría entonces mi futuro: muerte e infierno; porque la vida, si la perdiera a ella, sería un infierno.
  • Aun cuando él llegara a quererla con todas las potencias de su alma mezquina, no sería capaz de amarla en ochenta años tanto como yo en un solo día. Y el corazón de Catherine es igual al mío en hondura. Pretender que él monopolice todo ese caudal de afecto sería intentar meter en un cubo toda el agua del mar.
  • Me estoy muriendo por escapar a ese otro mundo glorioso y quedarme a vivir en él para siempre, en vez de atisbarlo entre lágrimas, de un modo borroso, y de suspirar por él entre las paredes de mi doliente corazón.
  • Si me amabas, ¿en nombre de qué ley me abandonaste?
  • No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has roto tú misma, y al hacerlo has destrozado, de paso, el mío.
  • Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarte. ¡Oh, Dios mío, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!
  • Le di mi corazón, lo cogió, lo pisoteó hasta dejarlo sin vida y me lo devolvió luego.
  • ¿Qué clase de amor es el tuyo que no puedes resistir una tormenta de nieve?
  • los rayos del sol poniente se detenían allí, arrancando destellos de los picos más altos, mientras el resto del paisaje se iba hundiendo en la sombra.
  • En su rostro se pintaba una expresión de infinito dolor.
  • Si tuviera usted alguna pena de verdad, le daría vergüenza desperdiciar una sola lágrima por esa contrariedad tan pequeña.
  • Se está muriendo por usted, tan cierto como que yo estoy vivo, y con su inconstancia le ha roto el corazón, pero no es una frase, es verdad.
  • ¡No, no me bese, me cortaría la respiración, pobre de mí!
  • Se puso a decir que la manera más grata de pasar un día caluroso de julio era tumbarse de la mañana a la noche en un ribazo lleno de brezos en medio del páramo, con las abejas zumbando como en sueños en torno a las flores, con las alondras cantando allá arriba sobre nuestras cabezas y el cielo resplandeciendo brillante y azul, imperturbable y sin nubes. Ésa era su noción de la más perfecta y celestial felicidad.
  • ¿Ha cambiado para mejor, o existe, al menos, alguna esperanza de que mejore cuando se haga un hombre?
  • Pues éste es tu día, más o menos, sólo que con nubes, pero tan suaves y apacibles que resulta más bonito que si hubiera sol.
  • cada ráfaga de brisa llegada de las colinas venía tan cargada de vida que daba la impresión de poder reanimar a cualquiera que la aspirase,
  • Te consumes de amor, ¿verdad? No hay nada en el mundo igual a eso.
  • Según mis previsiones, ya tendrá tiempo de llorar; de ahora en adelante será su principal diversión,
  • Soñé que estaba durmiendo a su lado mi último sueño, en aquel lecho, con mi corazón inmóvil y mi mejilla helada contra la suya.
  • –¿Ni un solo libro? –exclamé–. Permítame que me tome la libertad de preguntarle cómo se las arregla para vivir sin libros.
  • Pero la mayoría de ellos los llevo escritos en la mente y grabados en el corazón, y eso no me lo puede quitar nadie.
  • No hay nada más tétrico en invierno ni más divino en verano que esas estrechas vaguadas encajonadas entre cerros y esas audaces y escarpadas cumbres cubiertas de brezo.
  • ¿existe alguna cosa que no la acerque a mí y no me la recuerde? No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, en cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen.
  • ¡Y, sin embargo, no puedo seguir viviendo así! Tengo que concentrar todas mis potencias para respirar y hasta casi mandarle a mi corazón que siga latiendo.
  • Y le lloraba, en fin, con esa profunda pena que brota espontáneamente de los corazones generosos, aun cuando se muestren duros como el acero.







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