Yo crecí con Sergio Pitol
"Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto,
la música escuchada y olvidada, las calles recorridas.
Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos,
algunos amores, bastantes fastidios.
Uno es una suma mermada por infinitas restas".
- Sergio Pitol-
Yo crecí con el maestro, recorrimos las mismas calles y nos sentamos en las mismas bancas de parque. Pitol es más que un escritor famoso para mi, esconde algo del alma de mi ciudad, el reconstruyó Xalapa, la que debía ser para él, la que eligió para vivir.
Pitol recorría Enriquez, saludando a la marimba, al bolero, al vendedor de lotería, caminaba lento pero no por años, caminaba lento porque disfrutaba de sus caminatas, yo pasaba con mi mochila corriendo para la escuela, lo distinguía desde el parque y le gritaba "adiós maestro" y se reía.
Llegaba corriendo, tiraba la mochila, buscaba a mi madre y le decía con orgullo "hoy vi a Pitol, le dije adiós y se sonrió". Con los años creo que me reconocía como aquella que siempre lo saludaba en donde lo encontrara, me sentía especial al sentir que me vio crecer.
Estas fotos son de hace 5 años, en una de las últimas ferias del libro que se hicieron en Los Lagos, ahí estaba, caminaba mas lento y robaba cámara. Me acerqué pero vi que no era el Pitol de mi juventud, cuando lo ví supe que no reconocería más a la gritona del parque.
Lo ví hace dos años, los rumores a su alrededor estaban muy incendiarios, había demasiada polémica en torno a él. No era necesaria una inspección médica para ver el profundo deterioro, era evidente, me molesté con su asistente por llevarlo en esas condiciones, era evidente que necesitaba estar en casa, no frente a un tumulto de gente.
¿Por qué escribo esto? Ayer caminé por las mismas calles que hace casi 20 años y sonó la marimba, el busto de Juanote estaba ahí, a lo lejos un señor de guayabera caminaba lento disfrutando del sol, por un momento pensé que era él, que podría gritarle "adiós maestro" una vez más. Pero no, esta vez Pitol si está en casa, ya su salud no lo deja recorrer las calles que tanto disfrutaba y Xalapa ya no es la misma sin su carisma saludando corazones.