UNA NOVELA CRIMINAL DE JORGE VOLPI

Pensé mucho en leer esta novela, se me hacía muy extensa y el tema ya poco interesante (ilusa). Con el premio Alfaguara abriéndole campo la compré y esperé algunas semanas para poder empezar la lectura, mientras me leí algunas novelas rosas.

La novela atrapa a las pocas hojas, creo que como mexicanos tenemos muy fresco el incidente con "la francesa" y la banda de secuestradores; del circo televisivo que nos aventamos dónde Loret con bombo y platillo anunciaba un operativo en vivo, dónde rescataban a unos secuestrados y caía la banda de delincuentes. Recordamos cuando vimos por primera vez la cara pálida y el cabello rojizo de una mujer extranjera entre los detenidos. Y por lo menos yo, varios años después maldije el avión que la llevaba de regreso a su país después de un proceso poco claro, lleno de irregularidades que la dejó fuera la prisión.

Sin fundamento yo, di sentencia y la declaré culpable, posiblemente tu, con o sin fundamento la declaraste inocente, todos emitimos nuestro juicio y fue un tema recurrente en todas las conversaciones de hace algunos años.

Volpi nos lo trae de regreso, magistralmente dirigido, nos pone toda la investigación condensada en una novela difícil de ignorar. Jorge no escatima en información y logra darla a sus lectores sin un juicio de opinión y nuevamente volvemos a emitir nuestro veredicto pero con muchísima más información de la que tuvimos en aquel entonces. 

Vemos a un Volpi un poco contrariado porque no puede darnos una certeza, no puede darse una certeza tampoco para él, solo le queda su papel de investigador y nos deja la cabeza hecha un lío, donde lo único que no podemos ignorar es la arbitrariedad el estado de justicia mexicano y nos duele y nos deja en vela porque en algún momento todos somos la familia de los acusados tratando de pelear con un león enfurecido y bien alimentado. Este libro logra hacer que la corrupción nos asuste porque le vemos las fauces, vemos la bestia bien adiestrada en la que se ha convertido y sabemos que  como simples mortales no estamos exentos de ser víctimas de un país, que más que velar por nosotros, nos vigila y espera el momento en que más vulnerables nos encontremos para devorarnos.

Volpi nos enseña que las mejores historias no son producto de la imaginación de nadie, que las mejores tramas son aquellas que tienen nombre y apellido. 


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